Es una artista española que desarrolla su obra en diferentes
disciplinas, escultura, fotografía, vídeo, instalación y dibujo, siendo la
escultura el campo en el que ha sido más prolífica y en la que ha obtenido
mayor reconocimiento. A principios de los años 90 comienza a trabajar con
libros, el elemento que se ha convertido en una de sus señas de identidad.
Su obra está presente en alguna de los principales museos de
Arte Contemporáneo de España, como el Musac, DA2, MAS, CGAC, el Museo Patio
Herreriano o el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
“El
libro es un artefacto perfecto para construir”
Los libros son la materia prima a partir de la cual elabora
casi toda su obra, las composiciones que luego fotografía, los montajes en
vídeo y especialmente las esculturas de gran formato donde cientos de libros
conforman grandes estructuras creadas ad hoc (site specific) para un museo o
una exposición.
El libro como centenario vehículo transmisor de cultura, su
universalidad y cotidianidad dotan a la obra de Alicia Martín de una poderosa
carga simbólica y consecuentemente múltiples interpretaciones.
“Me interesa por su
carácter universal, cualquier persona sin diferencia de edad, cultura, idioma
ve un libro y sabe lo que es; y por su esencia antropológica y ergonómica. Es
un objeto que almacena y registra tiempos y espacios. Testigo del paso y el
pensamiento humano, construido para ser manejado y que, de alguna manera, le da
eternidad al contenido. El libro “es” al leerlo y tiene tantas lecturas como
personas que lo leen.”
Su obra más conocida popularmente es Biografías, un torrente
de libros saliendo por una ventana, que desde su instalación en la Casa de
América en 2005 ha viajado a otras ubicaciones, como el Molino de San Antonio
en Córdoba (2009), la librería Ghandi en México (2011), el Museo Meermano en la
Haya (2012) o en 2015 como parte de las exposiciones de la Capital Europea del
Cultura en Mons.4 Pese a una primera impresión de homogeneidad cada obra tiene
detrás un intenso trabajo de reflexión y preparación además del evidente
esfuerzo material de preparar este tipo de obras de gran formato.
Sobre el origen de los libros utilizados en su obra, destaca
Alicia Martín el interés que despierta en ella el libro usado, que ha sido
leído y ya interpretado al menos una vez, pero en cada obra provienen de un
lugar diferente, ediciones obsoletas, errores de imprenta, donaciones
colectivas, etc . . .
“El libro me eligió a mí”
El libro representa sin duda uno
de los elementos más distintivos del original lenguaje plástico de Alicia
Martín (Madrid, 1964); un lenguaje claramente reconocible, que logra renovarse
constantemente a través de soluciones formales siempre creíbles y distantes de
la mera aplicación de fórmulas de maniera. El proceso creativo de la artista
siempre parte de una preocupación conceptual, de una intuición. Es decir, del
deseo de suscitar en el espectador un inicial impacto visual, perceptivo, del
cual, sin embargo, siempre descienden inevitables reflexiones y preguntas sobre
nuestro entorno social y cultural y sobre nuestra relación con el pasado, el
presente y el futuro.
Objeto de consumo; artefacto con
una carga antropológica universal; medio de transmisión del conocimiento;
espejo simbólico de la cultura humana, el libro para Alicia Martín es todo esto
y mucho más. De hecho, es también, y quizás, sobre todo, una materia prima
plástica: un material escultórico, con un importante valor simbólico, del cual
la artista lleva mucho tiempo sirviéndose para forjar obras magníficas, que en
ocasiones se presentan en forma de esculturas monumentales o instalaciones in
situ realizadas en edificios o jardines públicos.
Según Alicia Martín:
Los primeros trabajos con libros son de principios de los
años ‘90 y hasta la fecha. Es una propuesta que se ha desarrollado de forma
cíclica. En primer lugar es una materia prima con mucha carga simbólica, el
resultado parece obsesivo, sin embargo no me reconozco en esta obsesión. Sí es
cierto que las esculturas con libros parecen limitadas por la repetición de un
elemento, que en un sentido no es el mismo pero que todos juntos desordenados
hace que se unifiquen más entre sí. Desde la intervención en el Palacio de
Linares en 2003, han ido aumentando las propuestas que necesitan un tiempo de
preparación y adaptación.
Fetiche no, nunca. Es un objeto muy familiar, siempre había
libros en casa de mis padres. En la mía también, pero llevo una temporada
obsesionada con eliminar, quitar peso y recuperar espacio vital.
Me interesa por su carácter universal, cualquier persona sin
diferencia de edad, cultura, idioma ve un libro y sabe lo que es; y por su
esencia antropológica y ergonómica. Es un objeto que almacena y registra
tiempos y espacios. Testigo del paso y el pensamiento humano, construido para
ser manejado y que, de alguna manera, le da eternidad al contenido. El libro
“es” al leerlo y tiene tantas lecturas como personas que lo leen.
Creo que el libro me eligió a mí. Fue de una manera
intuitiva, en los trayectos siempre llevaba y llevo un libro y de tenerlo en la
mano, manejarlo, olerlo, reflexionar sobre la lectura. Las primeras esculturas
fueron libros en los que se sustituye el texto por otro material, cristal,
fieltro, alfileres, cera, latón, plomo… Hacían referencia a la lectura como
estímulo de los sentidos. El libro percibido sensualmente a través de la
lectura. Como objeto antropológico, de significado universal, como recipiente
vivo y cargado de símbolos. El libro como objeto de consumo vivo, con
movimiento, como el hombre que evoluciona, cambia con el paso de los años y la
influencia del entorno.
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