En esta entrada quería detenerme a pensar en como podrían
ayudar socialmente las instalaciones artísticas, es decir, como podemos dar voz
a los mas necesitados y como podríamos ayudar a algún colectivo necesitado y
como el arte serviría una vez mas de arma para apoyar a aquel que lo necesita.
Investigando he encontrado muchas instalaciones artísticas
donde se le da voz a un colectivo mas necesitado y estas son las siguiente.
Estudiantes de primer curso del Grado en Educación Primaria
de la UGR han puesto en marcha una serie de instalaciones artísticas en la
Facultad de Ciencias de la Educación, dentro de un proyecto denominado “Arte
contemporáneo y Educación: Instalación artística y performance como espacios de
reflexión, concienciación y sensibilización ciudadana”, dirigido por la
profesora Pilar Manuela Soto Solier, del Departamento de Didáctica de la
Expresión Musical, Plástica y Corporal de la Universidad de Granada. La
exposición puede visitarse en la Facultad de Ciencias de la Educación hasta el
4 de diciembre.
Los trabajos de los estudiantes invitan a la reflexión
acerca de cuestiones que preocupan al conjunto de la sociedad, como los límites
a la libertad de expresión, el acoso escolar, los hábitos alimenticios y la
educación medioambiental.
El objetivo de estas actividades es construir espacios de
reflexión en el ámbito educativo universitario y aportar soluciones innovadoras
a problemas sociales significativos. Se pretende promover la interacción entre
agentes diversos para generar alternativas y espacios de intervención novedosos
a través de proyectos artísticos-didácticos.
Según detalla la profesora Pilar Soto, “esta investigación
en Educación Artística se centra en el lenguaje visual y plástico como medio de
expresión y reflexión, como herramienta para activar vías de reflexión y
caminos para la transformación social. En el difícil contexto sociocultural en
el que nos encontramos, se hace necesario encontrar otras posibilidades de
intervención, incidencia, sensibilización y/o denuncia; propuestas didácticas
que deben comenzar a gestarse en el contexto educativo universitario y conectar
con la realidad más cercana del alumnado”.
En este sentido, los estudiantes de primero de Grado en
Educación Primaria, en la asignatura de Enseñanza y Aprendizaje de las Artes
Visuales y Plásticas, han creado material y experiencias artísticas-didácticas
en forma de instalaciones artísticas, performance y espacios de interacción, expresión
de emociones, encuentro, participación y cooperación social. Algunas de las
actividades se han trasladado a la ciudad, ubicándose en la Avenida de la
Constitución.
Los estudiantes han analizado los problemas que en la
actualidad están dando lugar a diferentes tipos de exclusión social y han
desarrollado sus proyectos estimulando la protesta, reivindicación y
sensibilización, “siendo estos una primera toma de contacto con esta
metodología de enseñanza-aprendizaje, pero abiertos a nuevas vías de trabajo en
las cuales no solo se sensibilicen con el problema, sino que, de algún modo,
puedan aportar soluciones”, explica la profesora Pilar Soto.
Otro tema de actualidad y muy caldente son las protestas
contra la actual ley del aborto, dicha protesta que relatare acontinuacion me
dejo sin palabra una vez leida y es de merecer que este dentro de una de mis
entradas.
Bajo el lema '¡Déjame en paz!', treinta y cuatro mujeres
artistas del grupo Generando Arte exponen una serie de obras contra el nuevo
anteproyecto de ley del aborto.
"Esta exposición es nuestra respuesta a la intolerable
reforma de la ley del aborto, que supone un retroceso de los derechos de la
mujer. Con esta ley, España va a pasar de la vanguardia en materia de
libertades sociales a la cola", cuenta Concha Mayordomo, comisaria de la
muestra y una de las creadoras del colectivo.
Esta iniciativa surge como una reacción visual y duradera a
la polémica ley. "Desde que se presentó el anteproyecto, ha habido muchas
protestas, pero pensábamos que hacía falta algo más duradero, así que montamos
esta exposición en plan relámpago a partir de obras de otros proyectos",
explica.
El colectivo, formado mayoritariamente por EMPA's
(emergentes pero con años), ha elegido un formato homogéneo para los cuadros de
la exposición (33x33 cm). Según cuenta la comisaria, "el formato único de
las obras es para conseguir que todas tengan la misma intensidad, ya que están
hechas para públicos muy distintos por artista de sensibilidades muy
diversas".
En cuanto al trasfondo político de la muestra, Mayordomo
asegura que "el colectivo y las motivaciones de sus integrantes son muy
plurales". "Nuestro grupo está formado por mujeres de todas las
ideologías, tanto entre las que hemos participado en la exposición como entre
las que no, que tan sólo han sido quince. Las que no han formado parte ha sido
por muchos motivos, no sólo políticos: vivencias personales, cuestiones
profesionales...", comenta.
La denuncia a través del arte es lo que une a las 50
artistas que forman este colectivo que nació con una doble vocación —denunciar
la violencia machista y dar mayor visibilidad a las mujeres artistas— y que
ahora alza la voz contra la ley del aborto.
La exposición, inaugurada el 13 de febrero en la Biblioteca
Carmen Martín Gaite de la Universidad Carlos III, sirve de antesala a los actos
que el centro universitario organizará el 8 de marzo con motivo del Día
Internacional de la Mujer.
La sala Atín Aya del Espacio Turina acoge hasta el 22 de
enero la muestra 'Feminart II' en la que 19 artistas como Cristina García
Rodero denuncian los estereotipos asignados a la mujer
Las obras de mujeres artistas ocupan sólo el 13,5% de las
exposiciones en los museos públicos españoles. Este nefasto dato pertenece al
último estudio realizado por la asociación Mujeres en las Artes Visuales (MAV)
y fue facilitado el pasado martes por Margarita Aizpuru, comisaria de la
exhibición Feminart II. La sala Atín Aya (C/ Arguijo s/n) se transforma, hasta
el 22 de enero, en un espacio que aglutinará las últimas tendencias artísticas
con un único nexo común: la mujer delante y detrás de la cámara. Feminart II
reúne el trabajo de 19 artistas, 14 de ellas españolas y el resto de México,
Israel, Marruecos, Colombia y Túnez.
Los profesionales que integran la exhibición buscan, a
través de sus obras, deconstruir una identidad de género cimentada
socio-culturalmente e impuesta a las mujeres. Ejemplo de ello es la muestra
fotográfica Alma Máter de Isa Sanz en la que, a través de 12 instantáneas, la
artista aborda con total naturalidad un tema que sigue generando debates como
es el amamantar a un recién nacido en público.
El trabajo de Sanz se integra en la sección Maternidades,
espacio que comparte con la prestigiosa fotógrafa Cristina García Rodero y su
muestra Georgia 1995-2003. La primera española que ingresó en la mítica agencia
Magnum viaja por imágenes que conjugan la belleza, la realidad y la crudeza
para retratar la maternidad en contextos tan dramáticos como son las guerras,
los exilios y la pobreza. La instantánea 18 meses de vida retrata a una madre
que mira fijamente a cámara mientras da el último adiós a su hijo, vestido con
un trajecito de chaqueta.
"Los discursos de género están desestructurando los
conceptos, las jerarquías, las miradas o la imagen. El trabajo de las 19
artistas desarrolla un discurso desde otra óptica más liberal y plural",
expresa Aizpuru. La comisaria subraya que la fotografía, los vídeos y las
instalaciones están "atrayendo nuevas miradas que rompen esquemas".
Además de la fotografía, también cobran especial importancia en la exposición
los vídeos y las instalaciones. La artista murciana Nuria Muriana utiliza el
vídeo para hacer parodias de las identidades femeninas cargadas de clichés.
Muriana trata de eliminar la imagen estereotipada del colectivo lésbico en el
vídeo Me llaman la Mari -camisa de cuadros y cigarrillo en la oreja incluido-
protagonizado por ella misma. "El humor y la parodia también pueden usarse
en el arte como una herramienta corrosiva y crítica", apostilla Aizpuru.
Pero no sólo el humor sirve como vehículo de crítica en
Feminart II. Yolanda Domínguez se sirve del erotismo en Esclavas para denunciar
que algunas sociedades obligan a las mujeres a tapar su cuerpo y otras
pretenden que lo exhiban sin pudor. La madrileña viste a seis maniquíes con
telas de burka a modo de lencería femenina: "Se titula Esclavas porque lo
son tanto las que se visten con burka como las que están obligadas y explotadas
por las mafias de la prostitución. Es bastante fuerte y evidente la pieza de
Domínguez", manifiesta la comisaria.
El objetivo de Feminart II es avivar el debate entre los
asistentes -como ocurrió el año pasado- para crear hábitos críticos y cambios
en la mentalidad. Aizpuru hace hincapié en que lo importante de la muestra no
radica solo en que está hecha y protagonizada por mujeres, sino que las
creadoras "desarrollan mensajes rompedores".
La comisaria prevé que la exposición, en la que colabora la
Fundación Cajasol, será un foro de encuentros de arte y género para un público
muy heterogéneo. Aizpuru también desea que este tipo de exposiciones pongan en
alza el rol de la mujer en el arte, un mundo en el que las directoras de museo,
por ejemplo, brillan por su ausencia.
Uno de los momentos mas mediatizados de la historia sin
lugar a dudas ha sido la guerra estadounidense en Vietnam y aunque sus
adaptaciones al cine han sido muchas, las criticas a esa guerra no fueron
menos.
Entre 1965 y 1970, California se convirtió en el gran
epicentro de las protestas en defensa de los derechos civiles y contra la
guerra «no declarada» que EE UU libraba en Vietnam. El pacifismo que nucleaba a
tantos miles de «hippies» en torno a San Francisco no fue un sentimiento
exclusivo de las diferentes comunas residentes en Haight-Ashbury, sino que se
convirtió en la principal bandera política que se esgrimió en los cuatro puntos
cardinales del estado de la costa oeste. Los 55.000 norteamericanos muertos
durante la intervención en el país del sureste asiático, así como las más de
dos millones de víctimas civiles que dejó la contienda azuzaron las conciencias
de estudiantes, intelectuales y artistas, que no dudaron en actuar y elevar un
sonoro grito de rechazo a la masacre injustificada en la que se había
convertido Vietnam.
Mientras que, en San Francisco, la canalización artística de
estas protestas anti-belicistas se limitó al teatro de calle y al póster, en el
resto de California la participación del arte en los procesos de denuncia
adquirió una mayor pluralidad de registros: fotografía, escultura pública, instalación,
pintura. Cierto es que no faltaron ejemplos del lenguaje de moda en aquellos
tiempos: el póster. El mismo Wes Wilson –el más influyente representante de los
«cinco grandes» de San Francisco- diseñó, en 1965, uno de los emblemas visuales
del espíritu anti-bélico: «Are We Next?» («¿Somos los próximos?»). Sobre un
fondo presidido por las barras rojas y blancas de la bandera norteamericana,
Wilson convirtió las estrellas de los estados en una esvástica coronada por el
lema que da título a esta pieza: «¿Somos los próximos?» En 1970, esta
inquietante interrogante pareció ser respondida con el que, sin duda alguna,
supuso el póster más difundido y mediático de esta cultura visual contra la
guerra: «Q: And Babies? B: And Babies», de Jon Hendricks e Irving Petling
(1970). Basado en una fotografía de la masacre de My Lai tomada por el
fotógrafo de combate Ron Haeberle, muestra a docenas de niños vietnamitas
asesinados sobre un camino de tierra, en lo que constituyó una de las imágenes
más perturbadoras e incendiarias del conflicto bélico.
En 1966, la denominada Art Workers’ Coalition emprendió, en
Los Ángeles –en el cruce de Sunset y La Cienaga–, la elaboración de una de las
obras de arte público político más importantes del último medio siglo: la
«Peace Tower». Concebida por Mark di Suvero, y construida bajo la supervisión
del arquitecto Kenneth H. Dillon, la torre surge de la yuxtaposición de un
octaedro y dos tetraedros. A sus pies, un enorme panel mostraba las obras de
más de cuatrocientos artistas de todo el mundo que no quisieron faltar en este
«grito visual» contra la guerra: Judy Chicago, Donald Judd, Leon Golub, Eva
Hesse, Roy Linchtenstein o Philip Guston fueron algunos de los participantes.
De entre los artistas que, durante estos años, se comprometieron
en la realización de un arte de denuncia, que agitara las conciencias de los
norteamericanos, destaca Edward Kienholz, con instalaciones como «The Eleventh
Hour Final» (1968), en la que se recrea el típico salón de una casa media
norteamericana, presidido por una televisión que emite imágenes de los
asesinatos en Vietnam sin que el «american way of life» se vea perturbado lo
más mínimo. O Hans Burkhardt, con su escalofriante pintura «My Lai» (1968), en
la que, de entre una densa y matérica superficie gris, emergen diseminados una
serie de cráneos humanos. Y, por supuesto, la gran Martha Rosler con su mítico
fotomontaje «Vacation Getaway, From Bringing the War Home: House Beautiful»
(1967-72), en la que, sobre el interior de una opulenta residencia de veraneo
extraída de la revista «House Beautiful», superpuso fotos documentales de los
crímenes cometidos en Vietnam. Aunque la revolución socio-cultural acontecida
en esos momentos en San Francisco restó protagonismo al resto de experiencias
repartidas por el conjunto del estado, lo cierto y verdad es que el conjunto de
California latió, durante la recta final de los 60, al son de un mismo latido
de compromiso y rupturas artísticas.
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